Municipio Juan Antonio Sotillo
El epónimo que lleva el
municipio cuya capital es Puerto La
Cruz , está referido al valiente, arrojado
y prestigioso prócer de la independencia y caudillo federalista Juan
Antonio Sotillo, nacido en Santa Ana en el mes de abril del año 1790, mismo
lugar en que murió en junio de 1874. Muchos pobladores de este municipio
desconocen la figura y su importancia, en términos de la historia regional y
nacional, del hombre que fue Juan Antonio Sotillo y su rol en la guerra de
independencia, librada por los venezolanos contra el yugo español y después en
la guerra federal, signada por la lucha contra el feudalismo. Valorar si fue
acertado o equivocado haber denominado así lo que en primer lugar fue
Distrito, por aquellos diputados, a quienes correspondió legitimar la decisión
modificando la ley político-territorial del estado, no es el objeto que nos
hemos trazado con la escritura de estas líneas. Sin embargo queremos expresar
nuestra preocupación por el poco empeño puesto en la divulgación de la
personalidad y el conocimiento de este hombre que da su nombre al municipio.
Preocupación pertinente, reforzada además por la escasa enseñanza de nuestra
historia local, tanto desde la educación formal como desde la edición de textos
de diferentes formatos que permitan ese conocimiento.
Algunos confunden la
personalidad del guerrero Juan Antonio Sotillo con la
del insigne educador Antonio José Sotillo, amigo cercano del
general Isaías Medina Angarita; catedrático de Castellano y Literatura en
varios liceos de Caracas; ejemplo de rectitud y laboriosidad, que fue confinado
al pueblo de San José de Unare por la dictadura de Gómez, como castigo
por ser opositor ; padre del poeta Pedro Sotillo; contemporáneo de ilustres
como Rómulo Gallegos, José Rafael Pocaterra y Augusto Mijares ; y que da su
nombre al grupo escolar situado en la avenida municipal de Puerto La
Cruz.
Incluso he comprobado
que también se confunden con el médico Antonio José Sotillo,
creador de la primera escuela de medicina del oriente fundada en Cumaná en
1850. Necesario es señalar que si bien Juan Antonio Sotillo no nació en Puerto La
Cruz , y que no se conoce algún
acontecimiento que lo relacione directamente con nuestro terruño, este prócer
posee méritos suficientes para que quienes tenemos fijada nuestra vivienda
aquí, se sientan honrados de llevar su nombre.
Y para que conozcamos un
poco más de la personalidad de este insigne general del ejercito libertador me
permito presentar una corta semblanza del hombre que fue.
Fue uno de los nueve
hijos de los legítimos esposos Pedro Sotillo y Bárbara Pérez. Entre los
pobladores de Santa Ana les decían “padre de los Macabeos”, queriendo decir con
esto que todos sus hijos fueron luchadores y mártires de la causa patriótica.
Fue casado con Encarnación Páez, de cuya unión nacieron Miguel, José, Juan
Antonio, Calixta, María, María del Rosario, Juana y Eladia. Sólo sus dos
primeros hijos tuvieron la oportunidad de tener estudios adecuados, siendo el
primero de ellos abogado y médico el segundo; seguramente las circunstancias
vividas por esta familia impidieron que los otros hijos lo hicieran.
Juan Antonio Sotillo
comenzó muy joven su carrera militar cuando se alistó en el escuadrón Santana
formado por el General José Tadeo Monagas, a cuyas ordenes concurrió y
participó en acciones importantes, iniciándose en 1813 en las primeras batallas
libradas en Maturín. En 1814 participa en las batallas de Bocaduca, El Arao,
Segunda Puerta, Aragua de Barcelona, Urica, Riveras del Orinoco, El Alacrán y
El Juncal, Angostura, El Sombrero, La
Cabrera , el Samán y Ortiz. Perteneció al
grupo militar que facilitó las hazañas de José Tadeo Monagas en unión de Cedeño
en 1815.
Prestó servicios en la
causa independentista hasta el año 1824, fue comandante de Armas de la
Provincia de Barcelona en 1833 y
jefe militar de la provincia de Apure en 1849.
En 1817 estando Simón
Bolívar en Barcelona preparando su campaña de Angostura, dio órdenes de buscar
un soldado que fuese capaz de practicar con éxito un espionaje a gran
distancia, a fin de saber si algún movimiento de tropas realistas se operaba en
esa dirección. Monagas recomienda a Sotillo, quien prometió al Libertador no
sólo dar con esa marcha de españoles, si la había, sino también que dejaría
fuera de combate al jefe que los mandara. Sotillo salió en efecto acompañado de
unos pocos hombres de sus más intrépidos compatriotas, con caballos escogidos
de remonta. Salieron buscando la ruta hacia Angostura atravesando por las
Margaritas del Llano. Al llegar a las cercanías de El Chaparro uno de sus
hombres husmea y comprueba la presencia de una tropa española que
acampaba en el lugar ese día. Sotillo y sus hombres merodean el sitio con
mucha precaución; un indio les proporciona más información que les permite
preparar su estratagema. Aquella tropa española era comandada por el realista La
Torre , que avanzaba por el Guárico,
destinada por Morillo desde el Apure, a proteger la provincia de Guayana.
Sotillo acuerda con sus hombres entrar en la divisa española, y para ello
deciden esconder los caballos cerca, desensillados. Caminan a la derecha para caer
al camino por el que se llega de Zaraza a El Chaparro, simulando procedencia de
Guárico. Al llegar a los predios del pueblo y toparse con los soldados
españoles de avanzada, contestan al “¿Quién vive?” con la frase “oficios de
Calabozo”. Así, el grupo encabezado por Sotillo llegan hasta la presencia del
jefe realista que estaba en la plaza rodeado de su estado mayor en disposición
de marcha. Sotillo se presenta ante el jefe realista y mientras distrae a todos
desenvolviendo una pañoleta, simulando contener papeles oficiales que entregar,
se lanza sorpresivamente sobre La
Torre con la intención de lanzearlo.
El español que era muy diestro en el manejo de las riendas escapa haciendo
saltar a tiempo el ágil caballo que montaba. En medio de la sorpresa , la confusión
y los gritos de alarma, Sotillo y sus hombres arrancan en carrera hacia la
salida para Barcelona, pero antes echan mano de un joven lugarteniente que
estuvo a su alcance y atravesando el cuerpo de este al suyo, y amarrando con
sus manos el cuello del mozo. Salieron gritando “¡Cójanlos!”, como si fuesen
ellos detrás de los asaltantes, con cual treta despistaban a los soldados
españoles que acudían y que luego se retiraban dejando la persecución a los
supuestos primeros perseguidores.
Ocurrido este
acontecimiento, ideado previamente, Sotillo llega a Barcelona con aquel mozo de
apellido Villanueva, lo entrega al Libertador para que lo interrogue no sin
antes excusarse por no haber cumplido su promesa de aniquilar al caudillo
realista.
Este acto heroico de
Sotillo es una muestra de cómo los hijos de esta tierra poseían una elevada
moral, que en medio de grandes peligros eran capaces de arriesgar su vida por
la patria.
No abundan datos
precisos de los ascensos de Sotillo, pero los cierto es que después de la
batalla de El Juncal en 1816, continua participando en las luchas de la
emancipación casi siempre en el oriente del país bajo las ordenes de José Tadeo
Monagas y en 1824 alcanza el grado de General. Su educación fue la de los
campamentos, pero se distinguió como el llanero con un alto sentido practico de
la vida con una agudeza e ingenio que dieron paso a tantas anécdotas de cada
caso. Fue sin duda el más esforzado teniente del General José Tadeo Monagas,
tanto en la guerra de independencia y después durante la federación.
En 1830 lo acompaña en
la pacificación de algunos poblados que insistian en proclamar la integridad de la
Gran Colombia. En
1831 el mismisimo José Tadeo Monagas encabeza una revuelta donde proclamaba la
integridad de Colombia resentido por la desaprobación del tratado de Unare y
por la abolición del fuero militar, aprobado por la constituyente.
Monagas designa a Sotillo para que reforzara y apoyara a Heres que encabezaba
la insurrección hasta que se firmó el tratado entre Monagas y Páez en Valle de la
Pascua. En 1835
se le vio al lado de Monagas en el movimiento llamado “Revolución de las
reformas” que terminó gracias al tratado con Páez en el sitio Pirital del
Roble. La lealtad de Sotillo con José Tadeo Monagas era de tal magnitud que
cuando este se preparaba para trasladarse a Caracas para encargarse de la
presidencia de la
República , llego a Santa Ana una hoja
suelta suscrita por Cecilio Acosta en la cual invocaba con fervor a Páez para
que volara a Caracas; y a sabiendas Sotillo que Monagas no se sometería a
ejecutar su mando junto con los oligarcas –que en su concepto era para eso que
llamaban a Páez por boca de Cecilio Acosta—se traslado a Barcelona con el
propósito de acompañar a Monagas en previsión de los posibles hechos que
pudieran presentarse.
El documento que provocó
la reacción de Sotillo tubo su origen cuando Monagas se hace partidario de
indultar para salvar las vidas de algunos procesados por conspiración. De este
modo se inicia Monagas con una medida civilizadora aboliendo la pena de muerte
por delitos políticos. No se conocen de la influencia que pudo ejercer Sotillo
en esta postura de Monagas, pero de seguro que su opinión al respecto por lo
menos fue escuchada.
Cuando se produce el
rompimiento de Monagas con los conservadores, Sotillo permanece al lado de
aquel en los dos intentos de Páez en su contra, con el resultado de que el
centauro, el de las grandes proezas en la guerra de la independencia, se ve
rechazado por el pueblo hasta el punto de ser considerado un embarque. Así fue
reseñado por por un oligarca muy respetado como Juan Vicente González, quien
escribió lo siguiente: “le temió cobarde Páez a Monagas; le imploró cautivo, y
espero a que lo derrocasen los fuertes para sucederle”. La expresión “los
fuertes” era una alusión a los Conservadores y Liberales de la revolución
contra Monagas de 1838.
Y para reforzar la
comprensión de la estirpe de este valiente vamos a contar una anécdota de su
madre, bien reveladora del valor y la templanza del vientre que engendró a Juan
Antonio Sotillo: Cuando se inició el movimiento emancipatorio, Juan
Antonio Sotillo junto con sus hermanos Miguel y José Antonio, abandona la
tranquilidad del hogar y se despide de sus padres. Se suman a las filas
patriotas organizadas por el coronel José Tadeo Monagas. Juan Antonio y sus
hermanos se entregan de cuerpo y alma a la revolución con el propósito de sacar
de nuestra tierra el despotismo encarnado en el imperio español.
La madre de los Sotillo,
Doña Bárbara, siempre desplegaba sus sentimientos de amor por la patria y en
especial no perdía oportunidad de resaltar la causa abrazada por sus hijos,
mostrando su convencimiento republicano. Entre sus amistades más cercanas les
decía “yo todos los días al levantarme en la mañana, después que me
persigno en nombre de Dios, también lo hago en el nombre de la patria” ,
y en efecto para alegría de todos, doña Bárbara les hacia una demostración de
la oración que pronunciaba.
Cuando Boves entró a
Santa Ana, no faltó quien le informara que allí habitaba la mamá de Sotillo, y
que ella, tan insurgente como sus hijos, se persignaba como si no fuera
cristiana. Al acto, Boves encomendó una escolta en busca de Doña Barbara. La
anciana mostrando majestad y valor ante el caudillo le dice
– Estoy a su mandar general
— ¿es
usted la madre de los Sotillo?—preguntó el asturiano
— Si
señor
—Y dónde están los hijos
—están con el coronel
José Tadeo Monagas, peleando por la patria
—Bueno, ahora quiero que
se persigne de la manera que usted lo hace, no como cristiana sino como patriota
—señor voy a
complacerlo—dice la valerosa anciana y poniéndose de rodillas expresa con la
señal de la cruz: en el nombre de la patria; libranos Bolívar de los españoles;
en el nombre de la libertad y con la ayuda de Juan Bautista Arismendi, José
Tadeo Monagas y José Antonio Páez; Amén.
El feroz asturiano, con
su característica sangre fría, saco su espada, y estando ella aún de rodillas,
le tomó la mano derecha y se la cortó de un tajo diciéndole:
—¡Eso es para que
también se persigne por Boves!
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