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domingo, 25 de junio de 2017

El Pensil, jardín florido


El Pensil, jardín florido

Siempre hemos escuchado que la historia de El Pensil, populoso sector de nuestra ciudad, tiene su origen con la llegada de las empresas petroleras. Cuentan, los portavoces de esta versión, que una de estas empresas perforó un pozo de agua, ubicado exactamente donde se erige el Hotel Cristina Suites, en la avenida municipal y que la estructura que protegía la bomba – dos horquetas que sostenían un travesaño de palo sano para accionar la cuerda que sostenía un cubo para agua—  movida por el viento, tenía insertada una placa de grandes letras que identificaba a la empresa fabricante, de nombre PENSILVANIA INSTRUMENTS Co., colocadas  a una altura muy visible, se fueron borrando, o se desprendieron algunas. Pasado un tiempo la única palabra que  podía  leerse  sin dificultad era  PENSIL. Este acontecimiento dio motivos a que los pobladores de zonas aledañas, Barrio el Bolsillo, Juan Bimba y otros, cuando se trasladaban a buscar agua al citado lugar expresaban: “Vamos al Pensil a cargar agua”. De ese modo fue como nació, según esta versión, el nombre del populoso sector.
En realidad el nombre de El Pensil existe mucho antes de la llegada de las empresas de petróleo. Ya para finales del siglo XIX y comienzos del XX se conocía de la existencia de conucos en toda la planicie desde el pie de monte hasta los predios de la avenida Municipal, y entre los límites con Guanta hasta Pozuelos. Si nos remontamos un poco más atrás, en el siglo XVIII, en mayo de 1783, cuando llega a Pozuelos el ciudadano Don Luis de Chávez y Mendoza, miembro del Consejo del Rey de España, Oidor y Decano de la Real Audiencia y Cancillería, Alcalde del Crimen y Juez comisionado para estas Provincias, para que efectúe y proceda a la mensura, deslinde y amojonamiento de las tierras que corresponden a los naturales, conforme a la resolución de la Ley Real de Indias.
El día 23 de mayo del citado año, el señor Don Luis de Chávez y Mendoza, en presencia de las autoridades: el Síndico Procurador de la ciudad de Barcelona, un representante de la Real Hacienda, el Protector General de los Indios, un corregidor, un Perito Agrimensor  y un Escribano, así como de pobladores de Pozuelos, hicieron el debido reconocimiento del terreno, y desde la plaza del pueblo colocaron una aguja de marcar y acto seguido colocaron la cuerda de cincuenta varas( 1)  y tomaron el rumbo a los 20 grados, del primer cuadrante, y avanzando por el dicho rumbo, llegando a las 50 cuerdas se halló una hermosa llanada donde estaban ubicados los conucos de la comunidad. En el lugar quedó fijada una cruz en la entrada (Cruz de los Conucos), en la misma orilla del que viene de Cumaná y demás valles de la costa, y mandaron se ponga un mojón de cal y canto para que sea fijo y permanente. Fue allí mismo donde declararon, y asentaron en libros, que tales tierras pertenecen a Su Majestad, y todo lo restante hasta llegar al boquete donde se inicia El Valle de Guanta. Según el informe levantado se exalta la calidad de la tierra, la frondosa arboleda y su vocación para las sementeras de maíz, caña, yuca, raíces, que revelan el común alimento de los indios.
Lógicamente que la llanada a que se refiere el acta levantada, sin duda alguna,  identifica toda la planicie que va desde el piedemonte hasta el mar, entre Pozuelos y Guanta, donde hoy está insertada la refinería de petróleo y varias comunidades.       
Más cercano en el tiempo, conforme a lo visto, leído y registrado, en  la Gaceta Oficial del Estado Anzoátegui N° 621, del 20 de diciembre de 1930, el señor Vicente Lander, ciudadano de esta localidad, ocupaba buena parte de esas tierras, y un 23 de septiembre de 1930 envió una solicitud de compra al General Silverio González, gobernador del Estado Anzoátegui de la época. Expuso el sr. Lander lo siguiente: “En jurisdicción de este municipio Puerto de la Cruz, del distrito Bolívar de este estado, existe una porción de terreno baldío, propio para la agricultura, conocido bajo el nombre de  El Pensil  constante de doce (12) hectáreas, poco más o menos, la cual está limitada por sus cuatro vientos con terrenos también baldíos que se extienden hasta los límites de este municipio con los de Pozuelos y Guanta, ambos de este mismo distrito. La dicha porción de tierra aspiro adquirirla de conformidad con lo dispuesto por la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, y en consecuencia la propongo en compra al Ejecutivo Federal ofreciendo pagar el precio de diez bolívares la hectárea, sin perjuicio de satisfacer mayor precio, caso de que así resultare del avalúo que se haga. Al ofrecer el referido precio es porque considero el terreno mencionado como de primera clase, según los términos de la ley. El antedicho terreno propuesto lo he venido ocupando hace más de siete (7) años, con casa, plantaciones, cercas y otras mejoras, y en tal virtud, por no haber otros ocupantes me obligo a dar cumplimiento a lo establecido por la ley de la materia… Suplico a usted se sirva ordenar que se dé el curso debido a esta solicitud. Es justicia que espero en Puerto La Cruz, a los 23 días del mes de setiembre de 1930”.
Conocida la solicitud por el Presidente del Estado Anzoátegui, General Silverio González, este se pronuncia mediante el Decreto N° 15, del 20 de diciembre 1930, dando cuenta que  “se cumplió con la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, vigente, y visto que no ha ocurrido oposición en el lapso fijado por el artículo 37 de la ley, Decreta hacer la clasificación y avalúo por medio de peritos, y la mensura y levantamiento del plano topográfico por un  Ingeniero o Agrimensor titular. Para practicar la mensura del terreno se nombró al ingeniero Andrés Hernández Caballero”. El ingeniero Andrés Hernández Caballero no aceptó la designación, y en un decreto posterior de fecha 27 de febrero de 1931, N° 84, el Secretario General del Estado Anzoátegui, señor Francisco Castillo,  nombró al ciudadano Agrimensor, Jesús Ruiz, para que practicara la mensura.  
Este hecho confirma la existencia del nombre El Pensil, proveniente de un lugar lleno de sembradíos, frutales y especies que conforman la gesta alimentaria de los pobladores. Nombre que a decir de los más viejos pobladores se consolida definitivamente en la década de los años cuarenta, cuando las calles del sector eran puro dividive, yaque y cují, casas de bahareque y calles de tierra. Época en que se deslinda el sector Juan Bimba de El Pensil, a partir de la calle Freites.
Aseguran algunos respetables moradores de El Pensil, como es el caso de Víctor Mariño (27-07-1940), que “Hasta los años setenta el agua de ese pozo (ubicado donde actualmente se encuentra el Hotel Cristina Suites)  se conservó cristalina, siempre de buena temperatura y agradable sabor”. También asegura Don Víctor que las casas de El Pensil mostraban en su frente jardines exhibiendo girasoles, gardenias, jazmines, rosas y frutales. Que aún había conucos de auyama, maíz, guayabas, vainitas y chimbombó, y el ponsigué manzana.
En esa década es cuando se instala el puesto de resguardo de la Guardia Nacional. Había otros aljibes: uno en la calle Montes, otro en la calle San Francisco y otro en el cruce de las calles Maneiro y 12 de Octubre. Se instalaron algunas pequeñas fábricas, como es el caso de una de tejas, hacia los lados del grupo escolar José Antonio Sotillo, y una de jabones y velas en la calle Sucre.
Pero la actividad comercial más importante de ese tiempo fue la de los bodegueros que compraban alimentos a los campesinos que bajaban de las montañas y productos secos del mar. Entre ellos se distinguió el señor Félix Arriojas, que tenía un pilón de maíz y compraba cantidades considerables de mercancías. Otros bodegueros, cuyos negocios se conocían por sus nombres: en la calle Sucre, sra. Carmen Tovar, Anastasia Marín en la calle Comando, Ana Ofelia Cruces, en la calle 18 de Octubre, Las Cuatro Puertas en la calle Olivo. Los bodegueros competían con el acto de “la Ñapa y la Granera” para atraer a los muchachos, que eran los que hacían los mandados, que con cada compra acumulaban un grano en un frasco, y cuando tenían 25 granos eran premiados con monedas. El señor Félix Arriojas era el preferido en virtud que él pagaba una locha mientras que los demás bodegueros solo dos centavos.
Este populoso sector albergó un Bar cuyo nombre se hizo muy conocido por la ciudad, hasta los años setenta, el famoso “Dragón Rojo” donde vivía un individuo travesti, conocido como “Toña La Negra” con una preferencia extrema por jóvenes que visitaban aquel negocio.
El Pensil, un lugar que ha mostrado su originalísima cara en muchísimos aspectos de la vida, con gente pujante, de iniciativas propias y que muchos siguen honrando el génesis de su nombre: Jardín Florido.



(1): La vara castellana, una cuerda que servía de medida, con una longitud de 84 centimetros. La cabuya tenía 42 metros.             




2 comentarios:

  1. Buenas tardes le felicito grandiosa y valiosa información.agradeceria su fuentes de información si es posible. Me gustó mucho la investigación realizada. Soy nativo del sector Juan bimba.flia Díaz Suárez .

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  2. QUE BELLOS RECUEERDOS DE MI PENSIL QUERIDO, NACI EN LA CALLE COMANDO CASA NOR. 12, DEL SR. MANUEL MARIA OTERO MI DIFUNTO PADRE. DONDE TENEMOS ACTUALMENTE UNA RESIDENCIA DE ALQUILER, ALGUILABAMOS EL BAÑO POR UN "MEDIO" EN DONDE VARIOS VECINOS LLEGABAN A BAÑARSE.

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