El Pensil, jardín florido
Siempre hemos escuchado
que la historia de El Pensil, populoso sector de nuestra ciudad, tiene su
origen con la llegada de las empresas petroleras. Cuentan, los portavoces de
esta versión, que una de estas empresas perforó un pozo de agua, ubicado
exactamente donde se erige el Hotel Cristina Suites, en la avenida municipal y
que la estructura que protegía la bomba – dos horquetas que sostenían un
travesaño de palo sano para accionar la cuerda que sostenía un cubo para agua—
movida por el viento, tenía insertada una placa de grandes letras que
identificaba a la empresa fabricante, de nombre PENSILVANIA
INSTRUMENTS Co., colocadas a una altura muy visible, se fueron
borrando, o se desprendieron algunas. Pasado un tiempo la única palabra
que podía leerse sin dificultad era PENSIL.
Este acontecimiento dio motivos a que los pobladores de zonas aledañas, Barrio
el Bolsillo, Juan Bimba y otros, cuando se trasladaban a buscar agua al citado
lugar expresaban: “Vamos al Pensil a cargar agua”. De ese
modo fue como nació, según esta versión, el nombre del populoso sector.
En realidad el nombre de
El Pensil existe mucho antes de la llegada de las empresas de petróleo. Ya para
finales del siglo XIX y comienzos del XX se conocía de la existencia de conucos
en toda la planicie desde el pie de monte hasta los predios de la avenida
Municipal, y entre los límites con Guanta hasta Pozuelos. Si nos remontamos un
poco más atrás, en el siglo XVIII, en mayo de 1783, cuando llega a Pozuelos el
ciudadano Don Luis de Chávez y Mendoza, miembro del Consejo del Rey de España,
Oidor y Decano de la Real Audiencia y Cancillería, Alcalde del Crimen y Juez
comisionado para estas Provincias, para que efectúe y proceda a la mensura,
deslinde y amojonamiento de las tierras que corresponden a los naturales,
conforme a la resolución de la Ley Real de Indias.
El día 23 de mayo del
citado año, el señor Don Luis de Chávez y Mendoza, en presencia de las
autoridades: el Síndico Procurador de la ciudad de Barcelona, un representante
de la Real Hacienda, el Protector General de los Indios, un corregidor, un
Perito Agrimensor y un Escribano, así como de pobladores de Pozuelos,
hicieron el debido reconocimiento del terreno, y desde la plaza del pueblo
colocaron una aguja de marcar y acto seguido colocaron la cuerda de cincuenta
varas( 1) y
tomaron el rumbo a los 20 grados, del primer cuadrante, y avanzando por el
dicho rumbo, llegando a las 50 cuerdas se halló una hermosa llanada donde
estaban ubicados los conucos de la comunidad. En el lugar quedó
fijada una cruz en la entrada (Cruz de los Conucos), en la misma orilla del que
viene de Cumaná y demás valles de la costa, y mandaron se ponga un mojón de cal
y canto para que sea fijo y permanente. Fue allí mismo donde declararon, y
asentaron en libros, que tales tierras pertenecen a Su Majestad, y todo lo
restante hasta llegar al boquete donde se inicia El Valle de Guanta. Según el
informe levantado se exalta la calidad de la tierra, la frondosa arboleda y su
vocación para las sementeras de maíz, caña, yuca, raíces, que revelan el común
alimento de los indios.
Lógicamente que la
llanada a que se refiere el acta levantada, sin duda alguna, identifica
toda la planicie que va desde el piedemonte hasta el mar, entre Pozuelos y
Guanta, donde hoy está insertada la refinería de petróleo y varias
comunidades.
Más cercano en el
tiempo, conforme a lo visto, leído y registrado, en la Gaceta Oficial del
Estado Anzoátegui N° 621, del 20 de diciembre de 1930, el señor Vicente Lander,
ciudadano de esta localidad, ocupaba buena parte de esas tierras, y un 23 de
septiembre de 1930 envió una solicitud de compra al General Silverio González,
gobernador del Estado Anzoátegui de la época. Expuso el sr. Lander lo
siguiente: “En jurisdicción de este municipio Puerto de la Cruz, del
distrito Bolívar de este estado, existe una porción de terreno baldío, propio
para la agricultura, conocido bajo el nombre de El Pensil constante
de doce (12) hectáreas, poco más o menos, la cual está limitada por sus cuatro
vientos con terrenos también baldíos que se extienden hasta los límites de este
municipio con los de Pozuelos y Guanta, ambos de este mismo distrito. La dicha porción
de tierra aspiro adquirirla de conformidad con lo dispuesto por la Ley de
Tierras Baldías y Ejidos, y en consecuencia la propongo en compra al Ejecutivo
Federal ofreciendo pagar el precio de diez bolívares la hectárea, sin perjuicio
de satisfacer mayor precio, caso de que así resultare del avalúo que se haga.
Al ofrecer el referido precio es porque considero el terreno mencionado como de
primera clase, según los términos de la ley. El antedicho terreno propuesto lo
he venido ocupando hace más de siete (7) años, con casa, plantaciones, cercas y
otras mejoras, y en tal virtud, por no haber otros ocupantes me obligo a dar
cumplimiento a lo establecido por la ley de la materia… Suplico a usted se
sirva ordenar que se dé el curso debido a esta solicitud. Es justicia que
espero en Puerto La Cruz, a los 23 días del mes de setiembre de 1930”.
Conocida la solicitud
por el Presidente del Estado Anzoátegui, General Silverio González, este se
pronuncia mediante el Decreto N° 15, del 20 de diciembre 1930, dando cuenta que
“se cumplió con la Ley de Tierras Baldías y Ejidos, vigente, y visto
que no ha ocurrido oposición en el lapso fijado por el artículo 37 de la ley,
Decreta hacer la clasificación y avalúo por medio de peritos, y la mensura y
levantamiento del plano topográfico por un Ingeniero o Agrimensor
titular. Para practicar la mensura del terreno se nombró al ingeniero Andrés
Hernández Caballero”. El ingeniero Andrés Hernández Caballero no aceptó la
designación, y en un decreto posterior de fecha 27 de febrero de 1931, N° 84,
el Secretario General del Estado Anzoátegui, señor Francisco Castillo,
nombró al ciudadano Agrimensor, Jesús Ruiz, para que practicara la mensura.
Este hecho confirma la
existencia del nombre El Pensil, proveniente de un lugar lleno de
sembradíos, frutales y especies que conforman la gesta alimentaria de los
pobladores. Nombre que a decir de los más viejos pobladores se consolida
definitivamente en la década de los años cuarenta, cuando las calles del sector
eran puro dividive, yaque y cují, casas de bahareque y calles de tierra. Época
en que se deslinda el sector Juan Bimba de El Pensil, a partir de la calle
Freites.
Aseguran algunos
respetables moradores de El Pensil, como es el caso de Víctor Mariño
(27-07-1940), que “Hasta los años setenta el agua de ese pozo (ubicado
donde actualmente se encuentra el Hotel Cristina Suites) se conservó
cristalina, siempre de buena temperatura y agradable sabor”. También
asegura Don Víctor que las casas de El Pensil mostraban en su frente jardines
exhibiendo girasoles, gardenias, jazmines, rosas y frutales. Que aún había
conucos de auyama, maíz, guayabas, vainitas y chimbombó, y el ponsigué manzana.
En esa década es cuando
se instala el puesto de resguardo de la Guardia Nacional. Había otros aljibes:
uno en la calle Montes, otro en la calle San Francisco y otro en el cruce de
las calles Maneiro y 12 de Octubre. Se instalaron algunas pequeñas fábricas,
como es el caso de una de tejas, hacia los lados del grupo escolar José Antonio
Sotillo, y una de jabones y velas en la calle Sucre.
Pero la actividad
comercial más importante de ese tiempo fue la de los bodegueros que compraban
alimentos a los campesinos que bajaban de las montañas y productos secos del
mar. Entre ellos se distinguió el señor Félix Arriojas, que tenía un pilón de
maíz y compraba cantidades considerables de mercancías. Otros bodegueros, cuyos
negocios se conocían por sus nombres: en la calle Sucre, sra. Carmen Tovar,
Anastasia Marín en la calle Comando, Ana Ofelia Cruces, en la calle 18 de
Octubre, Las Cuatro Puertas en la calle Olivo. Los bodegueros competían con el
acto de “la Ñapa y la Granera” para atraer a los muchachos, que eran los que
hacían los mandados, que con cada compra acumulaban un grano en un frasco, y
cuando tenían 25 granos eran premiados con monedas. El señor Félix Arriojas era
el preferido en virtud que él pagaba una locha mientras que los demás
bodegueros solo dos centavos.
Este populoso sector
albergó un Bar cuyo nombre se hizo muy conocido por la ciudad, hasta los años
setenta, el famoso “Dragón Rojo” donde vivía un individuo travesti, conocido
como “Toña La Negra” con una preferencia extrema por jóvenes que visitaban
aquel negocio.
El Pensil, un lugar que ha
mostrado su originalísima cara en muchísimos aspectos de la vida, con gente
pujante, de iniciativas propias y que muchos siguen honrando el génesis de su
nombre: Jardín Florido.
(1): La vara castellana,
una cuerda que servía de medida, con una longitud de 84 centimetros. La
cabuya tenía 42 metros.
Buenas tardes le felicito grandiosa y valiosa información.agradeceria su fuentes de información si es posible. Me gustó mucho la investigación realizada. Soy nativo del sector Juan bimba.flia Díaz Suárez .
ResponderEliminarQUE BELLOS RECUEERDOS DE MI PENSIL QUERIDO, NACI EN LA CALLE COMANDO CASA NOR. 12, DEL SR. MANUEL MARIA OTERO MI DIFUNTO PADRE. DONDE TENEMOS ACTUALMENTE UNA RESIDENCIA DE ALQUILER, ALGUILABAMOS EL BAÑO POR UN "MEDIO" EN DONDE VARIOS VECINOS LLEGABAN A BAÑARSE.
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