Era
el año de 1875, siendo presidente de Venezuela el general Antonio Guzmán
Blanco, cuando se presentó ante la nación el primer Censo Nacional. En él
aparece un pequeño caserío denominado Puerto de la Cruz, estructurado como
parroquia civil, con 428 habitantes –muy mestizados, al decir de la
nota marginal del documento—y las actividades económicas más importantes
eran la pesca artesanal, con una empresa de chinchorros en la playa, y el corte
de maderas. Al parecer era la primera vez que Puerto La Cruz aparecía
mencionado por un documento oficial.
Antes de ese
acontecimiento la antigua provincia de Barcelona había sido elevada, en la
constitución de 1864, a la categoría de Estado Federal bajo la denominación de
Barcelona y convertirse en una de las veinte entidades autónomas que
constituyeron los Estados Unidos de Venezuela.
Llega el año de 1881 y
el 24 de agosto Barcelona fue proclamada capital del Estado Bermúdez, creado
por la asamblea constituyente reunida en Urica, bajo la presidencia del general
Nicolás Rolando, nativo de esta ciudad capital, constituido por la sumatoria de
los territorios de lo que hoy son Anzoátegui, Monagas y Sucre y su
división político territorial se estableció por Cantones y Parroquias. Era el
caso que el Cantón Barcelona (Gregoriano) estaba constituido por las parroquias
San Cristóbal, El Carmen, Pozuelos, Puerto de la Cruz, San Diego, Araguita,
Bergantín, Curataquiche, San Bernardino, Caigua y El Pilar.
Para esta fecha, según
el segundo censo realizado, Puerto de la Cruz contaba con 598 habitantes y se
estimó que el notable crecimiento fue estimulado por el cultivo del Coco, que
para mediados de 1870 comienza su industrialización en la región.
El 4 de febrero de 1895,
el general Nicolás Rolando en su condición de Presidente del citado estado
Bermúdez, decreta la creación del municipio Puerto La Cruz mediante un Acta de
Anexión a la capital del Estado, como un homenaje a la memoria del héroe de
Ayacucho. El Acta está firmada por el presidente de Estado, General Nicolás
Rolando, Julián Temístocles Maza, Secretario General de Gobierno, el Presidente
del Concejo Municipal del Distrito Bolívar Sr. Abrahan Valencia, y un grueso
número de ciudadanos de Barcelona y Puerto de la Cruz, dándole legitimidad al
acto administrativo realizado. El acta fue certificada por el registrador
principal, sr. T.C. Ugueto.
Desde aquella
trascendente decisión de Nicolás Rolando transcurren 49 años hasta
el 6 de enero de 1944, cuando se crea por ley, de la Asamblea Legislativa
del Estado Anzoátegui, el Distrito Juan Antonio Sotillo como homenaje al héroe
epónimo de la guerra federal. En esa época tenía plena vigencia la Ley Político
Territorial de febrero de 1941, que dividía el territorio del Estado en
distritos y estos a su vez en municipios. Se nombra a Puerto La Cruz como
capital del recién creado Distrito, conformado por la segregación del Distrito
Bolívar los municipios Guanta, San Diego, Pozuelos y Puerto La Cruz, que se
convirtió en reconocimiento a una entidad territorial que se encaminaba a un
crecimiento poblacional superior a los 14 mil habitantes, y entraba en la senda
del crecimiento económico, por la presencia de la actividad petrolera
consistente en el embarque de crudos en el antiguo Puerto de las Mulas, hoy
Puerto de Guaraguao, que comenzó actividades el 4 de diciembre de 1939, a
través de un oleoducto construido por la industria, desde el pozo Oficina N° 1,
en el Tigre.
Para el próximo 6 de
enero de 2016 el ahora Municipio Juan Antonio Sotillo cumplirá 72 años desde
aquel 1944 en que se le dio carácter de mayor de edad a la pujante ciudad, con
una espada clavada en su pecho, como lo es la refinería que pertenece a la
República Bolivariana de Venezuela, en una extensión de tierras que le quita
por lo menos un tercio de su territorio, que es la causante principal de la
contaminación de nuestra hermosa y deteriorada bahía, cuyo terminal de embarque
ahuyenta los grandes cardúmenes de jurel y cabaña, por la arrogante presencia
de supertanqueros, que además arrojan cantidades apreciables de basura y
tóxicos. ¿Y qué decir de la tan pregonada actividad turística? Y me perdonan la
digresión. Unas tierras que otrora fuero albergue de un próspero fundo llamado
El Pensil, con sembradíos de frutas, verduras y flores, y que la absoluta falta
de visión de nación de un hermano del general Rolando, pasaron a manos de los
gringos hasta devenir a manos de la Nación, por la nacionalización de la
industria, salvadora y diabólica, a la vez.
Pero también se cumplen
121 años –tomando la misma fecha referencial—desde aquel 5 de febrero, siempre
febrero, cuando Rolando alzó su voz para reconocer en nuestra amada ciudad su
visión de futuro , donde él mismo construiría una modesta vivienda frente al
mar apacible y generoso de la bahía. Muy cerca de otra vivienda perteneciente a
José Gregorio Monagas y sus chinchorros de pesquería.
Son motivos suficientes
para que los puertocruzanos nos demos a la tarea de celebrar la adultez de
nuestro querido pedacito de cielo, bastante mal querido por personeros
que desde las instancias del poder público y privado en vez de darle cariño lo
que hacen es manosearla, como diría nuestro cantor mayor. Pero celebrar
sin el protocolo banal e insincero, sin el discurso patriótico que exalta a
nuestros primigenios habitantes, pero va con familiares y amigos, visitantes y
vecinos, a sentarse en las piernas del pirata conquistador y bajo la cruz
apaciguadora, para tomarse unas fotografías y bajarla en las llamadas redes
sociales.
Ciento veintiún
años que no son nada, pero como hay tiempo para todo, y por las noticias
que corren, motivos suficientes tenemos para exaltar el ejemplo ético del héroe
epónimo, Juan Antonio Sotillo, glorioso y olvidado, que nunca obtuvo ventaja
material por sus hazañas y cercanía del poder político y militar, y más bien
concedió a la educación pública el dinero otorgado por el congreso nacional de
aquella época que al rechazarlo expresó: Que
otros aprendan con él, que yo con lo que sé, tengo bastante para vivir con
todos en este mundo y alcanzar, ¡feliz!, el otro.
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