Powered By Blogger

domingo, 12 de julio de 2015

LA TORTURA Y EL HUMOR

LA TORTURA Y EL HUMOR

Aquella noche de marzo de 1961 se mostraba tan tranquila y desolada, que ninguno de aquellos tres militantes de la juventud comunista recordó la necesidad de fortalecer la seguridad, tan necesaria en estos casos. Salieron a cumplir una tarea muy convencional en aquella época, como era la colocación de volantes en lugares estratégicos que luego se esparcirían por la acción de otro militante, que actuaría al amanecer. Recorrieron varias calles de Puerto La Cruz desde las 7:oo pm hasta aproximadamente la 1:oo de la madrugada. Debían cuidarse del asedio de la policía política, la Digepol, del gobierno adeco. Cuando sentían el ruido de un vehículo tenían que esconder el paquete contentivo de volantes. Una vez que  concluyeron la tarea respiraron profundo y sin tensiones emprendieron su caminata desde la calle El Guamache en retorna al barrio Los Yaques. Pero algo inesperado los esperaba en la esquina de la calle Anzoátegui con la Bolívar. Ellos, que bajaban por la primera se percatan que en aquella esquina hay un vehículo en el mero centro de la intersección, varios individuos lo rodean. Antonio Pérez, Luis Eduardo Notaro y José Itamar Rondón Freites, este último conocido por sus allegados como el Conejo, detienen gradualmente el paso, y al unísono se voltean para pegar la carrera hacia atrás. Sin embargo, se dan cuenta que otro vehículo, y varios hombres en su interior, bajan aceleradamente desde la avenida 5 de julio. En lo adelante no opusieron resistencia y fueron llevados hasta la sede del cuerpo policial en Barcelona.
Nunca les dijeron porque los detenían; la acusación más reiterativa fue “¡ustedes son comunistas!”, “¿dónde está el chico?”, “¿dónde esconden las armas?”… etc.  Fueron llevados con los ojos vendados hasta un cuarto húmedo y pestilente, amarradas sus manos y atados a un travesaño de madera con un poco más de dos metros de altura. Los pies apoyados sobre un rin de vehículo. Allí los mantuvieron por muchas horas, hasta que vinieron dos hombres a interrogarlos. Perdieron la noción del tiempo. Los golpearon sin lograr que alguno de ellos dijeran algo que les sirviera a la Digepol.
Pasaba el tiempo sin que tuvieran noción de cuánto había transcurrido, y Nottaro, exhausto, al igual que sus otros camaradas, pregunta a Antonio: ¿Qué hora será Antonio? A lo que el Conejo, adelantándose, le responde: ¿Qué..?  ¿Vas pa´l cine?    
  




3 comentarios:

  1. JaJa Excelente, hay personas que ni en los peores momentos pierden el humor

    ResponderEliminar
  2. Ja ja ja, excelente, hay personas que no en las peores situaciones pierden el humor

    ResponderEliminar